Luc Besson es alguien con muchísimo talento, tanto de director como de
escritor. Y esta película es una muestra de ello, es una hermosa (sí,
sí, por cursi que suene) historia que trata sobre la entrañable relación
entre un asesino a sueldo sin escrúpulos pero con pocas luces y una
niña que se queda huérfana prácticamente delante de sus propias narices.
No he visto a Natalie Portman y a Jean Reno en mejores papeles que
estos, y es que la química entre ambos es auténtica, divertida y, por
momentos, inolvidable. Se han hecho muchas películas sobre asesinos con
cierto corazón y que si hacen lo que hacen es más bien porque no saben
hacer otra cosa para sobrevivir, pero creo que ninguna con la maestría
que puede verse en esta infravalorada y olvidada película, con uno de
esos finales memorables que hacen que aplaudas con fervor.
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