sábado, 29 de septiembre de 2012

Terciopelo azul (1986) -David Lynch


Resulta extraño y complicado el mundo en que vivimos. Porque coexisten en él submundos y realidades en extremo dispares. Este es el trasfondo de la reflexión que nos propone David Lynch en su "Terciopelo azul". Junto al mundo del amor y los buenos sentimientos, lleno de vida, luz y color, simbolizado en la película por las flores y el canto de los pájaros, habitado por seres encantadores y llenos de buena voluntad, existe otro mundo subyacente, no menos real, sórdido e intrínsecamente malo, donde anidan el odio, la violencia y los más bajos instintos.
Y luego está la prudencia, que nos señala límites que no debemos rebasar, umbrales que de ningún modo hay que atravesar, porque corremos el riesgo de abrir, inadvertidamente, la caja de Pandora. Aunque en ocasiones lo hagamos, como le ocurre al joven Jeffrey, quien mal aconsejado por su imprudencia, y llevado de una curiosidad impertinente y morbosa, se asoma al precipicio de ese mundo oscuro y ruin, que le arrastra y le compromete con fuerza irresistible, cien veces superior a la suya.
Una película de autor con un fondo denso y provocador, que mantiene el suspense propio del mejor cine negro, y repleta de detalles de valor simbólico. Además, hay que agradecer al director-guionista que en esta ocasión refrene su inclinación al surrealismo y modere su afición a las referencias oníricas.

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