jueves, 23 de agosto de 2012

Matar a un ruiseñor (1962) - Robert Mulligan


Una joya que te cautiva incluso antes de que el protagonista -Atticus (Peck)- hable por primera vez. El guión no admite críticas, conmovedor, sutil y sellado a la perfección.
Película de obligada revisión para cada padre, para cada niño. La moral de Atticus nos obliga a revisar nuestras actitudes, pues nos muestra la grandeza de la humildad.
Imprescindible e inolvidable película en la que es difícil encontrar algo que no sea excelente, con una dirección magistral, actuaciones exquisitas y una historia tan humana como bien contada.
Lo mejor de la película es la forma tan serena y equilibrada en la que la narración va tomando forma, cómo los puntos de giro y los clímax van sucediendo en el momento justo, cuando tienen que suceder. Esa cadencia que nos conduce por un universo tan pequeño como el pueblo en el que se concentra la narración tiene, sin embargo, una lectura mucho más lejana porque se habla, no cabe duda, de cosas universales.

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