Ian y Terry
son dos hermanos que mantienen una excelente relación, a pesar de –o
quizá precisamente debido a– sus caracteres bien diferenciados. Ambos
pasan por unos momentos de apuros económicos que parecen poder
solucionarse gracias a un familiar de una cierta fortuna. Pero para
dejarles el dinero que necesitan, ese familiar les pondrá cierto
requisito que quizá los hermanos no puedan o quieran cumplir. Y hasta
aquí podemos leer.
Estamos de nuevo, como en la mentada Match point, ante un Woody Allen de tono sobrio, más clásico de lo que nos tiene acostumbrados (basta comparar con la cómica Scoop, justo anterior en el tiempo), y que hace gala de un dominio de la cámara y los recursos fílmicos que pocos cineastas vivos poseen. Habrá quien insista absurdamente con ese soniquete de que Allen sigue haciendo siempre la misma película, pero ojalá la mitad de estrenos de cada semana estuvieran realizados siempre con esa brillantez técnica y ese saber hacer.
En Cassandra’s dream pasan muchísimas cosas desde su mismo arranque, y gracias a una magnífica narración no se nos transmite ninguna sensación de que la trama vaya acelerada. Así pues, pese a que se rocen las dos horas de duración cuesta mucho aburrirse, y vale la pena sumergirse en este viaje.
Los actores principales que se suman a la larga lista de gente que ha trabajado para el veterano director son en esta ocasión Ewan McGregor, Colin Farrell y Tom Wilkinson, que cumplen holgadamente, e incluso en el caso de Farrell adoptan nuevos registros poco vistos en su filmografía y que le vienen que ni pintados a su personaje.
En lo que toca al argumento, Allen se empapa de tragedias griegas (el título, también nombre de un barco que se compran ambos hermanos, no está ahí por casualidad) y sigue empeñado en tratar el tema del crimen perfecto, la culpa, la angustia existencial y demás temas filosóficos, pero bien diluidos entre unos diálogos abundantes, largos y definitorios de unos personajes que van a conocer el significado de la palabra “remordimiento”.
Ah, y de nuevo el final podría pillar desprevenido al espectador. ¿Qué más podría pedirse? Quizá que esta película hubiera sido estrenada con algunos años de diferencia respecto al otro título ya comentado, porque la sensación de déjà vu podría eclipsar un film que posee alicientes para ser disfrutado por sí solo.
Estamos de nuevo, como en la mentada Match point, ante un Woody Allen de tono sobrio, más clásico de lo que nos tiene acostumbrados (basta comparar con la cómica Scoop, justo anterior en el tiempo), y que hace gala de un dominio de la cámara y los recursos fílmicos que pocos cineastas vivos poseen. Habrá quien insista absurdamente con ese soniquete de que Allen sigue haciendo siempre la misma película, pero ojalá la mitad de estrenos de cada semana estuvieran realizados siempre con esa brillantez técnica y ese saber hacer.
En Cassandra’s dream pasan muchísimas cosas desde su mismo arranque, y gracias a una magnífica narración no se nos transmite ninguna sensación de que la trama vaya acelerada. Así pues, pese a que se rocen las dos horas de duración cuesta mucho aburrirse, y vale la pena sumergirse en este viaje.
Los actores principales que se suman a la larga lista de gente que ha trabajado para el veterano director son en esta ocasión Ewan McGregor, Colin Farrell y Tom Wilkinson, que cumplen holgadamente, e incluso en el caso de Farrell adoptan nuevos registros poco vistos en su filmografía y que le vienen que ni pintados a su personaje.
En lo que toca al argumento, Allen se empapa de tragedias griegas (el título, también nombre de un barco que se compran ambos hermanos, no está ahí por casualidad) y sigue empeñado en tratar el tema del crimen perfecto, la culpa, la angustia existencial y demás temas filosóficos, pero bien diluidos entre unos diálogos abundantes, largos y definitorios de unos personajes que van a conocer el significado de la palabra “remordimiento”.
Ah, y de nuevo el final podría pillar desprevenido al espectador. ¿Qué más podría pedirse? Quizá que esta película hubiera sido estrenada con algunos años de diferencia respecto al otro título ya comentado, porque la sensación de déjà vu podría eclipsar un film que posee alicientes para ser disfrutado por sí solo.
fuente: cine.fanzinedigital.com

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