Los temas que en la película aparecen son tan universales como la propia existencia:
El
miedo, la injusticia como forma intrínseca de una sociedad, la
hipocresía, la guerra, la manipulación, la ostentación del poder…
Y todo ello con un guión perfecto, inolvidable. La ironía,
muy inteligentemente dosificada, se encuentra presente durante todo el
metraje, incluso en el título: “Senderos de gloria”. Los diálogos quedan
para el recuerdo, donde hay tantas citas memorables que sale mejor
comprar el guión o bajarlo de Internet.
Todas las escenas son únicas y de una belleza inconmensurable.
El director consigue plasmar el dolor de la guerra, el miedo, la
valentía en cada toma sin olvidar nunca la belleza. Resulta curioso que
el acabado de una película en blanco y negro no haya quedado anticuado
como sí pasó con otros filmes coetáneos que han perdido parte de su
esencia en el contraste con la forma narrativa actual.
La obra no pierde su frescura
en ningún momento. Por mencionar algo que recordar: el plano secuencia
por las trincheras, la defensa en el juicio, el paseo de los condenados
hacia los tres palos, metáfora de la muerte de Jesús, con el arrepentido
en el medio.
Si hay algo que quizás ahora no
cuadra mucho ahora es la escena final, donde un guionista actual habría
hecho que violaran a la alemana, dejándose así de moralinas.
Es necesario no descontextualizar
las obras de arte, y en los 50, las películas tenían siempre una carga
moral para hacer reflexionar al espectador y para poder pasar la
censura.
Otra pequeñísima pega que se puede
encontrar es que todos los franceses hablan inglés (con distintos
acentos) entre ellos, cosa que en la actualidad no habría pasado. Si son
franceses hablarían francés toda la película, y si no que buscasen una
batalla de Inglaterra en las trincheras que también hubo. Pero vuelvo a
lo mismo, no se puede sacar de contexto y hay que tener en cuenta que
está basada en una novela.
La actuación de Kirk Douglas sobresale en su carrera, creando a un personaje mítico e inteligente,
con el que el espectador se identifica y sufre el pesimismo de la
guerra que no hace otra cosa que ocasionar males innecesarios.
En
definitiva, “Senderos de Gloria” es una de las mejores películas de la
historia del cine, con el gran guionista y director Stanley Kubrik. Su
metraje emociona y hace reflexionar a la vez que la fuerza narrativa y
visual pega al espectador a la pantalla y le deja con una sensación de
las que pocas veces aparecen en la vida.
fuente: muchocine.net

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