Una propuesta tan brillante de Wilder,
inspirado junto con Raymond Chandler para obsequiarnos con una
adaptación de una novela negra de bolsillo de James M. Cain, Pacto de sangre (Double Indemnity), autor también de una obra tan conocida como El cartero siempre llama dos veces, llevada al cine por Tay Garnett en 1946 y por Bob Rafelson en 1981. Este autor solía introducir el personaje de la femme fatale en sus historias y en Perdición,
título español bien diferente del original, la trama ocurre en Los
Angeles, en el verano de 1938, y empieza de noche, con la llegada del
protagonista herido de bala, Walter Neff (Fred MacMurray),
a la oficina de seguros donde trabaja con la intención de dejar como
epílogo un memorándum en una especie de grabadora para su jefe, el
encargado de reclamaciones Barton Keyes (Edward G. Robinson), confesando el crimen que ha cometido por dinero y por amor a una mujer.
Mediante
el flashback y la voz en off, nos cuenta el inicio de esa relación
fatal entre los dos, con su visita a la casa de un tal señor
Dietrichson, un ejecutivo de una empresa petrolífera, para renovar el
seguro de sus dos automóviles, que al estar ausente, es atendido por su
mujer, Phyllis (Barbara Stanwyck), produciendo una gran atracción en
Walter. En la siguiente cita de ambos, ella le propone hacer un seguro
de accidentes a su marido sin que él lo sepa, sospechando Walter de las
trágicas intenciones de esa misteriosa mujer, negándose en rotundo a tal
insinuación creyendo que de verdad quiere acabar con él. Pero Walter no
cesará de pensar en lo que le ha propuesto y en una visita nocturna de
ella a su piso, surge la pasión escondida que había entre los dos,
entregándose él totalmente a ayudarla en su plan de asesinar a su
marido. Dos días después, Walter irá a la casa del señor Dietrichson y
este firmará el seguro de los dos coches, pero también firmará una
segunda copia sin saber que es el seguro de accidentes, cuya póliza
contiene una cláusula especial de "doble indemnización", en la que se
paga el doble por accidentes que casi nunca ocurren. Por eso harán que
el señor Dietrichson vaya en tren en un viaje que debe realizar,
multiplicándose por dos el capital.
Aunque no lo tendrán nada
fácil, Walter teme por la inteligencia y la sagacidad de su jefe, Barton
Keyes, el personaje más definitivo y vital de la historia, con un papel
estelar del irrepetible Edward G. Robinson, un actor con un carácter
arrollador y un talento innato. Su manera de estar en escena apostaba
por una increíble construcción del personaje, logrando siempre
actuaciones memorables. En el mismo año de Perdición trabajó con Fritz Lang en La mujer del cuadro y al año siguiente repetiría con Lang en Perversidad, con un personaje muy estimable para el espectador, con otra femme fatale en la historia, interpretada por Joan Bennett. En Perdición,
a causa de las investigaciones y las dudas sobre el asesinato ocurrido,
conoceremos al "hombrecillo" que dice llevar dentro que le hace
desconfiar de muchos casos, sobre todo al ser el máximo responsable a la
hora de encontrar fraudes en los accidentes de sus clientes. Pero
durante el desarrollo de la trama, también otros personajes irán
cogiendo fuerza y protagonismo, como Lola, hija del primer matrimonio
del señor Dietrichson, que revelará a Walter su odio hacia su madrastra;
o también su novio, Nino Zachetti, que sin su existencia, aunque salga
sólo en dos ocasiones, la trama no podría llegar al final de la
historia.
Por todo esto, no es exagerado decir que el maestro Wilder hace las cosas con absoluta precisión y la verdad es que en Perdición todo
acontece con un ritmo narrativo perfecto, con una intriga que irá en
aumento, pareciéndonos percibir en el ambiente un olor a madreselva,
asimilando, como Walter, su fuerte olor con el inminente asesinato.
Destaca la secuencia de la coartada que Walter ha planeado, con fundidos
entre planos explicándonos todas sus artimañas para no ser relacionado
por el crimen que pronto va a cometer. Y el recurso de la voz en off, la
luz tenebrosa que penetra en las ventanas o la música de Miklos Rozsa,
serán también otros componentes indispensables para la historia. Dicho
todo esto, hay que remarcar que el señor Wilder defraudó pocas veces a
lo largo de su fascinante carrera cinematográfica en la que se
encuentran varias obras maestras. Sin ir más lejos, en 1950 creó un
guión original junto con D.M. Marshman Jr. y Charles Brackett, para realizar Sunset Boulevard, conocida en España como El crepúsculo de los dioses, con muchos puntos que recuerdan a Perdición, con Los Angeles otra vez como lugar para contar la historia, el flashback y la voz en off del protagonista masculino.
En definitiva, Perdición
es un clásico del cine negro realizado por uno de los mejores
directores de la historia del cine, con unos protagonistas tan
convincentes como brillantes, destacando un Edward G. Robinson colosal.
fuente: muchocine.net

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