Bullitt no es sólo la formidable persecución
entre el Dodge Charger y el Ford Mustang
en las calles de San Francisco. Es también la película
basal de la mayoría de los policiales modernos,
y el modelo sobre el cual se formarían filmes como
Harry el Sucio o series
como Starsky y Hutch.
Es también interesante para reflexionar sobre
el grado de decadencia que ha sufrido el género
policial en los últimos años. Hollywood
ha bastardeado el género, principalmente por
dos factores: incluír exagerados pasos de comedia
(desde Arma Mortal a esta parte) y el abandono
de fuentes literarias. Todos los filmes policiales de
hoy parecen clones, con sus momentos de humor y sus
escenas de romance. Ya no hay nada fresco, todo es rutina.
Pero entre fines de los sesenta y principios de los
70, el policial era otra cosa. Era cine de ideas y atmósferas,
de suspenso y de personajes tridimensionales. Bullitt,
Harry el Sucio, Contacto en Francia...
no tienen romance o momentos de comedia. Se dedican
exclusivamente a seguir y explorar al personaje central,
y están filmadas del modo más realista
posible.
Hay mucho más en común entre Bullitt
y Harry el Sucio de lo
que uno cree. Si bien Don Siegel es un director original,
es indudable que ha tomado mucho de los criterios de
Peter Yates para su film. Está San Francisco,
la partitura de Lalo Schifrin, los planos alejados,
los personajes lacónicos, las largas secuencias
sin música, el héroe rebelde. Quizás
lo que le falta a Bullitt es más carisma;
obviamente Harry Callahan se lo devora. Pero el resto
de las semillas está en este filme.
Lo primero que uno nota en Bullitt es que se
trata de una película abrumadoramente lacónica.
No hay muchos diálogos, y los que hay son breves,
a lo sumo un puñado de frases. Es cierto que
la trama tampoco es demasiado densa - uno asume que
la decisión del director es llenar los blancos
con escenas silentes -, pero ello contribuye a generar
una excelente atmósfera. A falta de diálogos,
el espectador termina por atender otras minucias, pequeños
detalles que hacen a los personajes.
Está filmado de modo realista. Por momentos
parece un documental. Lo interesante es que todos los
trucos del director se basan en la expresividad de Steve
McQueen, que aquí da una de sus mejores perfomances.
Es sorprendente lo que hace McQueen con tan poco diálogo:
ya en la primera secuencia, cuando Delgetti va a buscarlo
a su casa, es un modelo de actuación. Gestos
totalmente naturales, un par de frases que definen su
personalidad, una actitud silenciosa, inteligente y
desconfiada. Es obvio que el filme no sería lo
mismo con otro actor; lo de McQueen es realmente subliminal.
Y si bien las actuaciones van de muy bueno a excelente,
el guión tiene un par de agujeros. No queda claro
por qué los asesinos no acribillan a destajo a
Ross en la secuencia del cuarto de hotel, ya que disponían
de todo el tiempo del mundo. La pista de la chica Simmons
es un obvio artilugio del libreto para desenmascarar la
verdad, pero no tiene demasiada lógica - ¿por
qué quedan las valijas con el dinero en el hotel?
¿por qué el asesino esperó hasta
el último momento? -. Si uno lo examina en
profundidad, se ve que la anécdota es chica. Lo
que Yates hace es ampliarla con una densa atmósfera,
amén de insertar al caracter de Jacqueline Bisset
como para proveer alguna reflexión sobre el personaje.
Lo más increíble del tema es que la función
de Bisset sirve. El clima del film hace efectivo pensar
en el mundo violento donde Bullitt se desenvuelve, y los
largos silencios sirven para potenciar tanto las escenas
dramáticas como las de la acción. El poder
de impacto del filme está intacto.
Y por supuesto está la larga y memorable persecución
en San Francisco.
Es la primera escena de su tipo, filmada
de un modo eminentemente moderno, con planos traseros
de los autos, velocidad a tope y notable tensión.
Lo que más me impresiona de la escena es que
está filmada sin música ni diálogos,
y la única banda sonora es el rugido de los motores
de los dos muscle cars. Pero además el
tono es acorde al del film; hay actuación en
medio de la persecución. Los asesinos se lamentan,
se meten en aprietos en el tráfico, se preocupan;
Bullitt observa, mide, decide. No es simplemente dos
cochecitos de carrera pisteando por San Francisco. Sin
dudas el primer puesto de la historia en cuanto secuencias
de acción en películas (por votación
popular) es merecido por lejos. Uno piensa, por ejemplo,
en las correrías de Sean Connery en Las Vegas
con un Mustang en Los
Diamantes son Eternos. Cuántas películas
intentarían copiar a esta clásica escena
de Bullitt y ninguna lograría superarle.
Bullitt sigue siendo una película notable,
un verdadero clásico. El primer policial moderno
que, a cuarenta años de su filmación,
no ha perdido en absoluto su vigencia.
fuente: sssm.com.ar

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