Esta película es algo más que una película. Es una obra maestra del
cine. ¿Como podemos estar 90 minutos delante de la pantalla sin
pestañear? Muy fácil. Le damos una cámara cinematográfica al señor
Hitchcock, un tiempo para que trabaje en la película... y... ¡Voila!.
Como casi todas las películas de Alfred está repleta de intriga y ritmo
trepidante, de principio a fin, con un único escenario y casi sin cambio
de escena se consigue crear algo maravilloso, un guión para admirar
toda la vida.
Los primeros planos juegan con los
detalles y los detalles imprimen tensión al film. Inteligentemente
ejecutada. Actuaciones memorables de Granger, Stewart y de un John Dall
exquisito.
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