Es realmente impresionante el valor de contar la realidad de la mafia a cara descubierta como Roberto Saviano hizo en su libro, y por otro lado, la manera en que Matteo Garrone ha sido capaz de convertirla en imágenes.
Lo que Gomorra muestra es algo hasta ahora inédito en el mundo del cine.
Nos enseña las cosas como en realidad ocurren sin edulcorar como ocurre en la mayoria de películas que tratan este tema.
Gomorra te dice que en Nápoles la vida es así. Y no te ofrece un planteamiento, nudo y desenlace. Más
allá de algunas vidas subrayadas que hacen de hilo conductor, resulta
en realidad un fragmento sin principio ni final de lo que es allí la
vida misma. De lo que podría estar ocurriendo en estos mismos
instantes. De lo que ocurría ayer. De lo que ocurrirá mañana. Y pasado. Y
al otro...
Es cierto que el director abusa de la cámara al hombro y los largos planos secuencia, pero Matteo Garrone firma una dirección impresionante. Te
lleva, te trae y te mantiene sin pestañear pegado a la pantalla gracias
a que todo ocurre cuando tiene que ocurrir y como tiene que ocurrir.
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