“Volver” es una historia
típica, sobre un pasado oculto que a partir de un momento dado en el
que determinadas variables afectan e irrumpen en la rutina de los
acontecimientos (la muerte de la tía), progresivamense se va desvelando,
empezando con unas imágenes en un cementerio en el que se evoca un
hecho crucial. Y ése es el motivo que nos arrastra a lo largo de todo el
desarrollo. La imagen que cierra el filme nos muestra, al fin y al
cabo, a un alma en pena (Carmen Maura alejándose hacia el interior de la
casona manchega, reprimiendo las lágrimas porque “los fantasmas nunca
lloran”, unas palabras en absoluto arbitrarias, ya que estan definiendo
el estado psicológico del personaje, y además, con el adecuado cariz
metafórico) que encierra una historia dramática y que se ve abocada a
pagar sus deudas, su cementerio particular. Principio y fin de la
narración visual se solapan en la configuración del significado, el
punto final que demuestra que Almodovar sabe utilizar el lenguaje del
cine para unos fines muy específicos y personales, su cine es íntimo, lo
tomas o lo dejas.
Es muy encomiable el trato y la orquestación del elenco femenino (tan habitual en Almodovar), ya lo hemos dicho, no le sobra ni le falta nada. La historia es trágica, los personajes estan dotados de esa dimensión de lo real que los aleja del mero esquema, y todas sus reacciones son coherentes con sus características. Lo que le da más versatilidad a todo ése conjunto es la mirada a medio camino entre la frialdad y la sensibilidad. Es una película sobre una España profunda, con su folclore y sus mitos, sus sinsabores cotidianos, sometida a un tratamiento de amarga nostalgia, con esas casas de pueblo manchegas que guardan el pasado, en las que Almodovar se recrea con planos generales, el patio de luces, los pasillos, las fotografías de los que ya no están, los vientos que barren las calles, la superstición de los vecinos...
Es decir, a un esquema narrativo tan claro y conciso, Almodóvar le añade su propia poética, fruto de sus paisajes, sus raíces autobiográficas...y de su dolor.
fuente: muchocine.net
Es muy encomiable el trato y la orquestación del elenco femenino (tan habitual en Almodovar), ya lo hemos dicho, no le sobra ni le falta nada. La historia es trágica, los personajes estan dotados de esa dimensión de lo real que los aleja del mero esquema, y todas sus reacciones son coherentes con sus características. Lo que le da más versatilidad a todo ése conjunto es la mirada a medio camino entre la frialdad y la sensibilidad. Es una película sobre una España profunda, con su folclore y sus mitos, sus sinsabores cotidianos, sometida a un tratamiento de amarga nostalgia, con esas casas de pueblo manchegas que guardan el pasado, en las que Almodovar se recrea con planos generales, el patio de luces, los pasillos, las fotografías de los que ya no están, los vientos que barren las calles, la superstición de los vecinos...
Es decir, a un esquema narrativo tan claro y conciso, Almodóvar le añade su propia poética, fruto de sus paisajes, sus raíces autobiográficas...y de su dolor.

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