martes, 17 de abril de 2012

Viridiana (1951) - Luis Buñuel


Una joven novicia llamada Viridiana (Silvia Pinal) abandona el convento para realizar una visita a su tío viudo Don Jaime (Fernando Rey), quien terminará siendo atraído por sus encantos femeninos, intentando mantener relaciones sexuales con la joven.
Al no conseguir su propósito, Don Jaime se suicida, hecho que provoca un sentimiento de culpa en Viridina, que abandona su ordenación religiosa para dedicar su tiempo a la caridad cristiana en un hogar que tendrá que compartir con su primo Jorge (Francisco Rabal), hijo natural de Don Jaime.
El gobierno español decidió olvidar las tendencias ideológicas del genio de Calanda e invitarle a retornar a su país para que pudiera rodar un film con producción española y así poder mostrar internacionalmente una cierta apertura en su arcaica disposición dictatorial .
El resultado sería "Viridiana", una película censurada y calificada de blasfema y obscena por el Vaticano y la propia administración franquista, incapaces de soportar el mordaz envite contra el catolicismo más encorsetado y la visión satírica y alegórica de la realidad española, en especial la burguesa, fusionando magistralmente los dos enfoques en la inolvidable y grotesca recreación de "La última cena" de Leonardo Da Vinci con el "Mesías" de Haendel de fondo musical.
La historia, empapada de humor negro y con una imaginería rica en simbolismos, oferta en su burlesca mezcolanza de sensaciones una absorbente atmósfera de anormalidad y una estética fascinantemente morbosa, que extasía por su audaz planteamiento fílmico dentro de una óptica ambigua e irreverente.
Buñuel no se aleja de la religión, la busca y observa, analizándola desde su perspectiva atea, desordenando las convicciones morales y existenciales de su personaje central, en contrapunto con el pragmatismo y hedonismo que subyuga los valores primordiales de la sociedad.
La bondad por la necesidad, la apariencia de la realidad, el trabajo por el rezar, el sentido de familia, las ideas o los hechos o la austeridad y la modernidad en dos concepciones vitales contrapuestas, encarnadas por Paco Rabal y Silvia Pinal en sus caracteres, enfrentados y atraídos sutilmente hasta que en conclusión, la joven novicia encara en silencio, ya con su pelo suelto, un rítmico, lúdico y liberador "ménage à trois".

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